Los solitarios hablamos siempre en
voz alta: no tenemos quién nos escuche. Entablamos diálogos con nosotros mismos
y, de repente, un día nos encontramos hablando por tres o cuatro personas
distintas. En este punto nos preguntamos si hemos empezado a enloquecer o
simplemente desarrollado nuevas capacidades de desdoblamiento.
Nuestros temas de conversación monológica son
variados y complejos. Emitimos opiniones (que a nadie importan), dictamos
sentencias (que nadie cumple) hacemos bromas (de las que nadie ríe)… Hablamos
en voz alta para sentir que no estamos
solos (aun cuando nos encontremos en lugares públicos).
Para los seres solitarios, el tiempo locura todo. Y sí, aquellos solitarios rodeados entre un mar de personas pero aislados en un soliloquio permanente. Aquellos solitarios que nos sabemos solos, pero no abandonados. "Mi soledad nunca ha estado mejor acompañada."
ResponderBorrarLa soledad por elección es una buena compañía.
ResponderBorrar